Introducción
Tenía dos casas ya terminadas. Una de ellas es una tienda de modas a la que llamé en su día “Vivi’s Fashion”. No tenían más nexo que la proximidad por razones de espacio. Por otro lado había encargado a Margarita Núñez su columpio autómata pero ya le buscaría el sitio adecuado cuando estuviese terminado. En una pequeña reforma que hice en mi domicilio particular pensé que no estaría mal poner un mueble rinconera en el sitio que ocupaban ambas casas para ganar espacio y eso hice. Cuando me trajo Margarita aquella maravilla la pusimos provisionalmente entre ambas casas. Inmediatamente mi imaginación empezó a trabajar porque estaba convencida de que podía sacar más partido de las tres piezas y ¡Eureka! (no el que dijo Arquímides, faltaría más): haría una calle, un parque o ambas cosas. Ya estaba en embrión la idea dentro de mi cabeza. Tenía todo un reto por delante que ha sido una delicia afrontar. Así nació el “Victoria Park” y un sucedáneo de Baker Street, la calle en que Conan Doyle situó la vivienda del mítico detective Sherlock Holmes concretamente en el 221B aunque en la época del autor sólo existía hasta el número 85. Así que mis casas son el 71 y 72 Baker Street, “Elementary, my dear Watson”, frase legendaria que Holmes nunca pronunció.
NO AL PLAGIO
Nuevamente precisaba documentarme porque nunca he repetido lo que otro autor/a ha dicho anteriormente sin citar la fuente. Jamás “copio y pego” y esto es algo que desgraciadamente se hace con frecuencia y que tiene una denominación abyecta: plagio. Si preciso reproducir literalmente abro comillas y especifico la autoría o bien voy poniendo notas a pie de página y, si el trabajo es extenso, abro un apartado para la bibliografía. Tal vez se deba a que a lo largo de mi vida he escrito bastante y siempre he procurado ser honesta. Hay un enorme vacío legal en internet y por eso muchos se lanzan sin salvavidas a la aventura de escribir rimbombantes artículos que carecen de rigor y de interés divulgativo sobre los temas más variopintos y que son un calco de Wikipedia y similares o, lo que más grave, de lo que otros ya han escrito previamente tras muchas horas de trabajo y esfuerzo porque no dan más de sí. Son aprendices de todo, maestros de nada que solo van buscando el halago fácil de los lectores que caen en sus redes. Repiten como loros y no escriben porque no se le pueden pedir peras al olmo. Si pudieran contratarían un “negro” o escritor fantasma con tal de figurar. Conviene no olvidar que duplicar lo que han dicho otros, es decir, copiar atribuyéndose como propio el trabajo ajeno no es nada nuevo. Siempre han existido y existirán listillos dispuestos a engañarse a sí mismos y a los lectores. No dejan de ser escribas, copistas o amanuenses.
Las nuevas tecnologías han contribuido enormemente a potenciar y divulgar la información facilitando el acceso a la misma y por eso, entre tanto maremágnum documental, no resulta difícil convertirse en escribientes de internet. Esta es una espina que llevamos clavada los que procuramos escribir con pundonor. Distinto es que guste o no lo que hacemos pero esto lo tenemos asumido a priori.
ANGLICISMOS Y MINIATURAS
Se ha puesto de moda entre algunos artesanos miniaturistas el uso de anglicismos sin reparar en que tienen sus equivalentes en español. Veamos dos ejemplos: tunear y customizar. He tuneado una silla o una mesa (“to tune” en inglés significa modificar la apariencia y se refiere a los automóviles preferentemente). Otro tanto ocurre con “customize” (personalización): customizar un despacho. El Diccionario de la Real Academia Española admite tuneo pero con otras acepciones muy distintas por tanto su uso implica dar de lado al Diccionario ya que la Real Academia, fundada en 1.713, es la institución encargada de velar por la corrección de la lengua española siendo su lema “Limpia, fija y da esplendor“.
Desde mi punto de vista el español es muy rico y hay que darle el lugar que merece por derecho propio. Es más ortodoxo decir: le he dado mi toque, he puesto esto o aquello a mi gusto o más gráficamente, lo he hecho así porque me ha dado la real gana en vez de he “tuneado” o he “customizado“. Tomar palabras prestadas sin necesidad me resulta malsonante o mejor cacofónico como nos explicaban en la Facultad.
Dado que esta web se actualiza continuamente, he de decir que la 23.ª edición (2.014) del D.R.A.E. ha admitido tunear definiéndola así: (Del ingl. to tune; literalmente ‘afinar’, ‘ajustar’). Tr. Adaptar algo, especialmente un vehículo, a los gustos o intereses personales. Por tanto, fiel a sus dictados, tunear, ahora sí, es una palabra correcta pero no olvidemos que se refiere fundamentalmente a los vehículos.
He hecho este inciso contra el plagio y el uso de anglicismos porque si no lo hago, reviento, como se suele decir coloquialmente. Dicho esto, considero que ha llegado el momento de cambiar de tercio.
Creo que no estaría de más abundar, aunque sea someramente, sobre el cuarto de baño y la higiene en la época victoriana y las “chinoiseries”: un término francés que significa “lo chinesco” puesto que otra vez nos vamos a encontrar con ellos en estas dos casas. Se comprenderá mejor la razón por la que hablo del primer tema como anacronismo y menciono el segundo de pasada en la Mansión Tristana ya que en ella la presencia de chinoiseries es menor.
Estas dos casas, especialmente la tienda de modas, tienen una cuantiosa decoración chinesca y esto no es debido al azar sino que obedece a los gustos de la época.
CUARTO DE BAÑO
He consultado una amplia bibliografía sobre el particular que voy a tratar de sintetizar aunque me he tropezado con una cierta disparidad de criterios que intentaré encadenar con objetividad.
Tal vez se piense que estamos ante un tema menor pero no debe ser así porque las Exposiciones celebradas sobre esta materia han sido un éxito. Citaré tres: las dos primeras incluyen el siglo XIX que es el que estamos estudiando y la tercera abarca desde 1.601 hasta 1.800 si bien nos proporciona unos vestigios inestimables. No sabría decir cuál de ellas ha sido la más interesante.
Hemos visto que la época victoriana se hace coincidir con el reinado de la Reina Victoria (20 de junio de 1.837 – 22 de enero de 1.901) pero hay eruditos que la adelantan a 1.832. Es por esto que he incluido la tercera Exposición. De 1.800 a 1.837 no han pasado tantos años. En cualquier caso corresponde al lector tenerla en cuenta o no.
*** La exposición “Testigos íntimos” del Museo del Mueble de Viena nos ayuda a comprender la evolución de la higiene y de los muebles que la hacían posible.
“Jofainas, bidés, retretes, peinadoras y demás artefactos relacionados con el aseo son los objetos de una muestra que viaja desde los usos higiénicos de la Baja Edad Media hasta la aparición del moderno cuarto de baño en los años cincuenta del siglo XX.” In https://casa.univision.com/decoracion/bano/article/2011-09-24/la-historia-del-inodoro.
Especialmente curiosos son los “zimmerretiraden“: sillones con un agujero circular para evacuar dentro de la habitación y los “bourdalous“: unos orinales con forma de salsera que permitían orinar in situ.
*** El Museo Cerralbo en Madrid acogió recientemente la exposición “Toilette. La higiene a finales del siglo XIX” celebrada del 15 de octubre 2.013 al 12 de enero de 2.014
“Cecilia Casas Desantes, comisaria de la muestra y miembro del equipo científico del Museo Cerralbo, recupera gracias a elementos originales del Palacio Cerralbo y a piezas procedentes del Museo del Traje CIPE y de colección privada, la esencia de los interiores domésticos consagrados a la toilette.
“Véase: http://www.mcu.es/promoArte/Novedades/Toilette_HigieneXIX.html. Muy interesante y divulgativo es el dossier de la citada exposición in https://www.mcu.es/promoArte/docs/Toilette_DossierWeb.pdf. Tanto el video explicativo como las imágenes que se observan en la web merecen leerse y verse con detenimiento.
*** El Palacio de Hampton Court, al sudoeste de Londres alberga la exposición “Los secretos de las alcobas reales” o ” Secrets of the Royal Bedchamber” del 1.601 hasta 1.800 por tanto no llega a la época victoriana, como he dicho antes, aunque no deja de sorprender especialmente lo que Sebastian Edwards, comisario de la exposición, declara a BBC Mundo por su relevancia: “Los dormitorios se convirtieron en los espacios más importantes de los palacios: se consumaban matrimonios, nacían los herederos a la corona y se tomaban decisiones de Estado” …
El baño era una suerte de retrete, digamos así, que se llevaba al cuarto del rey para que él hiciese allí sus necesidades. Ni el rey ni la reina iban solos a efectuar sus tareas fisiológicas. Cuesta creer que se considerase un honor acompañar a los regios personajes en esos cometidos tan privados pero “Una de las mejores cosas que podía pasarle a duques, aristócratas, cortesanos, militares y amigos del rey de turno, era poder compartir ese momento de intimidad con él.” (lit.)
El “agraciado” se convertía en el ”groom of the stool” (una suerte de peón encargado del retrete) y pasaba a ser el personaje más relevante por su proximidad con el monarca.
Estos fieles ayudantes de palacio “tenían la posibilidad de influir en el gobernante de turno y recibir favores”, además “podían ganar alrededor de US$ 1.500, lo que equivale a cientos de miles de dólares en la actualidad, siendo un trabajo de por vida”, agrega Edwards.
Por ejemplo Bridget Holmes fue la “necessary woman” de cuatro reyes (Carlos I, Carlos II, Jacobo II y Guillermo III) y a los 96 años todavía seguía trabajando. Sin duda desempeñaba el papel más duro porque “se encargaba de vaciar la bacinilla que había utilizado el monarca al ir al baño”
Habrá que esperar a finales del siglo XIX con la llegada del agua corriente y el alcantarillado para que empiece a producirse paulatinamente la democratización del aseo. Obviamente llegó primero a los barrios de la alta burguesía. Aparece la profesión de fontanero y casas proveedoras de bañeras y lavabos. “Báñate en casa” era el curioso eslogan del anuncio de una casa de bañeras vienesa allá por 1.900.
Hasta fines del XIX el aseo se realizaba en el dormitorio por lo general. Bañeras, inodoros y bidés eran portátiles como prevención ya que el agua corriente no llegaba a todas las habitaciones y las instalaciones estaban aún en un estadio primario por lo cual las averías eran frecuentes.
Falta tiempo aún para que desaparezcan los retretes movibles provistos de un agujero y que al bajar la tapa parecían un mueble más (los zimmerretiraden de los que hablaba líneas arriba). Correspondía al servicio doméstico encargarse de renovar el agua y retirar los orinales.
El baño se hacía en una tina de zinc o porcelana que se revestía con una delicada tela para evitar la frialdad que se produciría en el cuerpo al rozar con el recipiente.
Si esto ocurría en el siglo XIX es fácil imaginar la higiene de siglos anteriores en contraste con épocas como la de los romanos que fueron bastante más limpios y cuyas costumbres higiénicas se extenderían hasta Oriente donde serían bastante comunes los “baños turcos”.
Como granadina que soy no quiero dejar de mencionar que el agua fue una constante para los árabes que nos precedieron ni tampoco olvidarme del Hammam o baño de vapor del Palacio de Comares en la Alhambra que es el único de este tipo medieval islámico conservado íntegro en Occidente. Un musulmán se lava siempre que va a tocar el Corán, antes y después de las comidas y tras efectuar las necesidades inherentes al ser humano. En la parte superior del baño se encuentra la Galería de los Músicos. Se han generado multitud de leyendas en torno a la Sala de las Camas de este Baño. Se dice que cuando el río de la leyenda suena, historia lleva. Tal vez sea cierto o tal vez no pero se cuenta que un rey nazarita mandó cortar la lengua a los músicos que tocaban en aquel recinto para que no pudieran contar lo que allí ocurría, también se ha dicho que los músicos que amenizaban las veladas eran todos ciegos pero lo que está más arraigado en la imaginación popular es que el sultán observaba a las mujeres que se encontraban en el recinto del baño desde la galería y elegía a una de ellas para compartir su lecho tirándole una manzana. Su uso no fue privativo del monarca porque él tenía la potestad de invitar a mandatarios extranjeros, embajadores, familiares o a quienes estimase oportuno. Lo cierto es que era un espacio idóneo para tratar todo tipo de temas y en especial asuntos políticos y diplomáticos que ya habían sido debatidos oficialmente en el Salón de Embajadores pero que aquí se podían abordar de forma amigable y distendida e incluso se podían llegar a resolver.
Cuando los Reyes Católicos entraron en Granada este lugar quedó reservado para su uso personal. Granada cuenta también con el Bañuelo en la Carrera de Darro que data del siglo XI conocido también como “Aammin Alyawza” o “Baños del Nogal”. Es uno de los pocos que pudieron salvarse de la destrucción ordenada por los Reyes Católicos ya que los consideraron lupanares desacertadamente. Los baños fueron superficies destinadas a la higiene entendida como purificación y a la vez recintos sociales para relacionarse. En las ciudades islámicas hubo numerosos baños públicos usados por hombres y mujeres pero en turnos diferentes para que no pudieran coincidir.
He citado estos dos baños pero hoy se sabe que cada Palacio tenía su propio Hammam.
La Alhambra también disponía de numerosas letrinas, unas vinculadas a los baños, otras no, al igual que todos los palacios y castillos de Al-Ándalus y de toda España provistos de baños y letrinas con la excepción del Castillo de Olite (Navarra) que sólo disponía de letrinas.
En la ciudad hay constancia de los siguientes baños públicos:
— Restos de baños en la calle del Agua (Albayzín).
— Baños de Don Hernando de Zafra (conocidos como Casa de las Tumbas o baños de la puerta de Elvira)
— Baños de la Casa de las Monjas del colegio de la Mercedarias, aparecidos en 1.984, y en los alrededores existe un aljibe, convertido en restaurante“.
— El bañuelo y es el mejor conservado (ya hemos hablado de este Hammam).
“El hammam sigue el modelo constructivo de las antiguas termas romanas, con un vestíbulo de acceso y tres salas o estancias, con diferentes temperaturas y usos:
— Al-bayt al maslaj: vestíbulo o zaguán: lugar de descanso y donde se recibían las toallas y las sandalias de madera. En esta sala había perchas, armarios y demás enseres para que el usuario pudiera dejar sus pertenencias. Se complementaba con instalaciones de letrinas.
— Al-bayt al barid: sala fría.
— Al-bayt al wastani: sala templada.
— Al-bayt al-sajun: sala caliente”.
Texto tomado de Bruno Alcaraz Masáts in: https://brunoalcaraz.blogspot.com.es/ a quién expreso mi sincero agradecimiento por todas las facilidades que me ha dado para elaborar este tema.
Bruno Alcaraz es Psicólogo, documentalista del Centro de Documentación Histórica de la U.E. y miembro del Centro UNESCO de Andalucía, redactor on-line como documentalista externo en el Foro Internacional de la Universidad Autónoma de Madrid y consultor oficial de Wikipedia sobre Granada y su historia. Paro aquí porque el listado sería interminable. Es un claro ejemplo de que las personas cuanto más valen, más sencillas y tratables son.
Antes de adentrarnos de lleno en el siglo XIX recordemos que durante la Ilustración de crearon letrinas colectivas y se prohibió tirar los excrementos por las ventanas. Igualmente se estipuló que las basuras se depositasen en sitios específicos designados para ello porque las calles eran un lodazal de suciedad y el aire resultaba irrespirable por el hedor.
¿Recuerdan aquello de “¡¡¡¡¡Agua vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!”? Pues no es ninguna exageración. Ya en la Edad Moderna cuando las personas de clase acaudalada se disponían a ir a la calle se hacían acompañar de una especie de pregonero que anunciaba a gritos su paso para evitarse la “lluvia” que caía desde las ventanas.
Se suele decir que el emblema más conocido del Absolutismo francés de Luis XIV, el fastuoso Palacio de Versalles (1.661 y 1.692), tenía más de trescientas habitaciones pero no contaba con ningún baño a pesar de sus espectaculares fuentes.
Los historiadores tienen opiniones encontradas.
En la medida que he ido investigando he necesitado que hacerme un ábaco mental. Mi opinión personal es que Luis XIV, “El Rey Sol” (1.638-1.715) y una parte de su Corte sí fueron amantes de la higiene. Este rey bajito que usaba tacones para disimular su corta estatura (su zapatero personal fue Nicholas Lestage), iba lleno de encajes y gustaba usar enormes pelucas de pelo natural, tuvo dos esposas legítimas y treintaiuna amantes y padeció un sinfín de enfermedades por lo que no extraña que sus médicos y boticarios personales le prescribieran baños terapéuticos y multitud de remedios mas. El seguimiento de su salud se puede hacer leyendo el “Journal de Santé de Louis XIV“. “El rey sufría fiebres púrpuras y verdosas, retorcijones de estómago, náuseas, vapores, cólicos, vértigos, ántrax, fístulas, glándulas esquirrosas y grangrena en la sangre” según sus médicos” in Eduardo Gil Bera: El boomerang: blog literario en español, 2.014. A pesar de ser todo un tratado de patología andante sus deseos sexuales resultaban insaciables.
Hay historiadores que aseguran que el Rey disponía de un cuarto de baño con dos bañeras: una para lavarse y otra para aclararse. “El cabinet des bains” contaba con una bañera octogonal que hoy se encuentra en l’Orangerie y atribuyen a Luis XV el haber derribado los baños que había en Versalles para ampliar habitaciones. Eso sí, reservándose uno para su uso personal. Gustaba de perfumes y se cambiaba a menudo de ropa. Todo ello porque de desde niño ya le agradaba bañarse en el Sena y de adulto posiblemente se acrecentó este hábito como ritual de cortejo de las numerosas amantes que pasaron por su lecho además de cómo posible alivio de tanta enfermedad concentrada en su real persona. En el Versalles de esta época existieron “chaises d’affaire” y “bourdalous“.
Entre el común de sus súbditos entre los que incluyo a los nobles que no compartían las costumbres reales, lo habitual era cambiarse de ropa cuando la que tenían puesta ya estaba muy sucia o infectada de pulgas en la creencia de que con esta acción no había necesidad de más abluciones. El baño se realizaba una vez al año principalmente en mayo por lo que las bodas se hacían en junio cuando el ambiente aún no estaba totalmente impregnado de pestilencias. Las novias llevaban flores para aliviar las fetideces (algunos ven aquí el origen de los ramos de novia). Los cabellos grasientos se consideraban saludables y se recurría las pelucas bajo las cuales los piojos campaban a sus anchas por lo cual jugar a quitarse los piojos unos a otros pasó a ser un divertimento. Se inventó una especie de palitroque que terminaba en una manecilla o rascador para aliviarse los picores pero “Poderoso caballero es Don Dinero” que dijo Quevedo, así que quienes podían pagarse este artilugio se lo mandaban hacer de materiales nobles.
El abanico más que para aliviar el calor resultó ser un buen aliado contra los hedores. Los perfumes se usaban con mucha asiduidad y generosidad y así entre las estelas que dejaban unos y los olores corporales de otros el ambiente se volvía irrespirable y propicio para contraer todo tipo de infecciones.
La expansión del baño se produjo con un marcado sentido patriarcal porque resultaba muy caro costear tanta agua. Se llenaba la tina una sola vez. Se bañaban los hombres, después las mujeres, y seguían los niños y los ancianos. Es fácil presuponer que clase baño se daban y si en la medida en que se iban bañando en vez de asearse se ensuciaban aún mas cargando con todo tipo de porquería y cochambre. La higiene no era tal, todo lo contrario.
Muchos autores, la mayoría diría yo, han dado al baño un origen victoriano. Al principio eran frecuentes las quemaduras y las explosiones en los retretes. “La razón era que los gases inflamables que emanan de los desechos humanos, como el metano y el ácido sulfhídrico, se acumulaban en las alcantarillas y, en los primeros inodoros, se filtraban en las casas, donde se prendían fácilmente con la llama de las velas”
Las modificaciones que se le hicieron a los inodoros desde finales del siglo XVIII y durante la época victoriana solucionaron el problema de la filtración de gases: Suzannah Lipscomb in https://www.operamundi-magazine.com/2014/01/asesinos-domesticos-de-la-epoca-victoriana.html”
Jorge IV de Inglaterra (1.762-1.830) fue un defensor del aseo como práctica diaria. Este excéntrico monarca fue hombre muy culto, amante del arte, de la música, de la arquitectura y de las “chinoiseries” (de las que hablaremos mas adelante). Fue el artífice del Pabellón de Brighton mezcla de estilos hindú, islámico y chino en el que ordenó hacer un baño para su higiene personal. Siempre ha habido, hay y habrá personas adelantadas a su tiempo. En 1.850 la reina Victoria vendió el palacio a la ciudad de Brighton por 50.000 libras porque le resultaba insuficiente para su familia y carente de privacidad. Antes de la venta, el Pabellón de Brighton fue vaciado de todos los muebles y las decoraciones se trajeron al Palacio de Buckingham y a Windsor.
La bañera, exclusiva para los hombres, se llenaba con una mezcla de agua caliente y leche con semillas de lino (linaza) para suavizar la piel. La reina Victoria consiguió que el baño dejara de ser un privilegio masculino a la vez que entre sus súbditos iba creciendo paulatinamente el interés por él. Muy pronto el baño comenzaría a extenderse por las Cortes de Europa.
El baño de asiento permitía llevar a cabo una higiene correcta. El bidé se fue perfilando como elemento necesario para la higiene íntima femenina. El cabello se lavaba con huevo, agua, vinagre o bicarbonato cada veinte días pero todavía poseer un retrete de porcelana solamente estaba al alcance de las clases acaudaladas. Pronto la firma Royal Douton se convertiría en pionera en Inglaterra y Europa en la evolución de la higiene. Las clases desfavorecidas que vivían en casas de alquiler o en corralas compartían letrinas u optaban por acudir a las casas de baños.
Me resulta muy interesante este tema y he seguido indagando. Me he leído el libro de George Vigarello “Le prope et le sale: l’hygiène du corps depuis le Moyen-Age”, Editions du Senil, 1985 de un tirón. Va relatando de forma muy amena y con un lenguaje muy fluido la evolución de la limpieza siglo a siglo de manera muy detallada. Al principio se lavaba lo que se ve, es decir manos y cara.
Los médicos franceses se sumergían en bañeras para experimentar la presión de sus pulmones y evaluar el ritmo de su pulso. Es curioso que bastantes siglos atrás Galeno (130-216 d.C.) ya tuviera el convencimiento de que no había nada más purificador que un baño.
A partir de Pasteur (1825–1895) la limpieza toma un auge inusitado hasta el momento porque se lucha contra enemigos cuantificables y se convierte en la base de la higiene.
Con el baño alejamos de nosotros toda suciedad y, por tanto, todo microbio. Se quería limpiar todo de gérmenes por ejemplo hubo hasta un intento de desinfectar los libros de las bibliotecas con gas Pictet.
La nueva ciencia de los microbios intensificó la preocupación victoriana por los gérmenes, pues ahora ya era sabido que podían estar al acecho sin ser vistos.
«Los baños frecuentes, con abluciones son uno de los mejores desinfectantes». En la misma terminología, finalmente, la palabra lavado va deslizándose hacia la de asepsia.
«Durante mucho tiempo nos hemos preocupado de desinfectar los locales, los instrumentos y los vendajes, sin pensar suficientemente que también las personas transportan gérmenes».
Llegó un momento en que Pasteur hubo de desdramatizar sus descubrimientos y no debe extrañarnos porque se estaba cruzando la barrera de la no-higiene a la higiene y esto suponía un cambio impactante y radical. Pongo un ejemplo muy clarificador y sorprendente: “Es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando”, y en cuanto a soltar ventosidades se recomienda que se “disimule con una tos el estruendo explosivo… Sígase la ley de sustituir las flatulencias por toses”. Suena chocante pero sí digo quién daba semejantes consejos se quedarán tan perplejos como yo cuando lo leí: Erasmo de Rotterdam en su libro sobre Normas de Etiqueta. Cómo vengo diciendo, asistimos a una nueva época en el campo de la higiene.
Los niños eran enseñados en sus escuelas a mantener una correcta higiene. Se trataba de inculcar que había que evitar el debilitamiento corporal que estaba íntimamente unido a la suciedad.
La limpieza burguesa finisecular no es aún la de hoy, ya que es imposible imaginar en 1.880 un baño cotidiano. Han de ser los médicos quienes prescriban el baño diario.
A partir de ahí el baño fue evolucionando hasta convertirse en lo que es hoy.
El testimonio de los textos:
Aseo económico-doméstico y nueva descripción de un baño de limpieza.
“La especie de Baño que se estila más frecuente entre los que acostumbran bañarse, no por necesidad medicinal, sino por corporal aseo, es el baño que se llama de limpieza. Tómasele para labar el cuerpo, en quien siempre ocasiona algo de suciedad el sudor, y la transpiración insensible, bien que únicamente pueden usarle con comodidad aquellas personas ricas, o de algunas conveniencias, que tienen disposición en sus casas para prepararle.
El sirviente que hace oficio de bañero, principia por templar el agua del reservatorio con otra caliente, y con la estafa artificial, dándola, si ser puede, 26 grados y medio de calor con el thermometro de Reaumur, y nada más, ni menos; procurando mantenerla siempre en este temple, teniendo el instrumento inmerso en el agua por la bola y, y yéndola añadiendo caliente a medida que se vaya enfriando. La estufa natural, esto es, la alcoba, dormitorio, o gabinete, en que se bañe la persona, se procurará también conservarla en los mismos 26 grados y medio de calor, o en los 25 con otros thermometros exactos colgados de sus paredes y poniendo algunos braseros que mantengan su ambiente en esta graduación, en especial si es por tiempo de invierno.
Templados así el gabinete, y el agua del baño, se desnuda la persona del todo, porque el fin es labarse bien, quedándose solo con un gorro o cofia en la cabeza. Entra entonces en el baño, templada su agua del modo dicho, y allí se sentará sobre un banquillo o grada que debe ser de madera, pero de modo que insista cómodamente con las plantas de los pies en el fondo del baño.
No es necesario prevenir que si es hombre el que se baña para labarse, debe estar solo con un criado de juicio y confianza que le sirva, y le haga oficio de bañero, sin más personas ni testigos por la honesta decencia; y respectivamente si es muger, tampoco debe asistirla más que una sola criada de satisfacción que la sirva de lo mismo. Sentado en su baño el sugeto, sea Cababallero o Sra. le empezará a limpiar el sirviente, contribuyendo el agua, con algunas fricciones suaves, valiéndose de la masa depilatoria, que se compone de quatro onzas de cal viva, y onza y media de oro-pigmente, disueltas ambas cosas en la suficiente cantidad de agua tibia, hasta que queden como en consistencia blanda de pomada, manteca, o ungüento. No obstante, hay otra de estas masas o pastas que aun es mejor, y la trahe el célebre Nicolás Lemeri en su Farmacopea, del modo siguiente: tómense quatro onzas de cal viva: onza y media de oro-pigmente, y dos libras de legía sacada de bástagos o ramas de habas. Háganse quemar estos bastados, y de sus cenizas compóngase una legía o colada con agua común. Fíltrese esta legía, y échese en un puchero vidriado, y nuevo, donde también se echarán las quatro onzas de cal en pedacitos. Póngase a macerar durante quatro o cinco horas; y añádase después la onza y media del oro-pigmente. Plántese todo esto a cocer a un fuego moderado, hasta que mermando lo que corresponde, venga a quedar como en consistencia de manteca, o masa blanda, de forma que si metiendo en ella una pluma con sus barbas, permite entrarse, y sacarse sin dificultad, saliendo sin pegotes, es indicio que ésta en su punto.
Con esta especie, pues, de manteca, se van restregando las partes del cuerpo que estuviesen más sucias, poniéndose un guante el sirviente, y ayudando el agua del baño que reblandece cualquier suciedad. En esta operación se dexará que obre su efecto la manteca depilatoria, por tiempo de siete contados minutos con el relox, que es cosa bien fácil; y luego tomando una buena esponja empapada en agua tibia, o en la misma del baño (manteniéndola siempre a un mismo temple) se labará y limpiará toda la manteca de las partes en que se untó. Después se pondrá un mitón el bañero o criado, que es un guante sin dedos, con el qual, y con salvado muy menudo en agua, le frotará toda el cuerpo al amo. Luego puesto este en pie, se le verterá desde la nuca del cuello, inclinado algo la cabeza, otro poco de agua caliente, que se lleve el salvado al baño. Hecho esto y con el propio mitón, se tomara un poco de polvo de almendras amargas, disuelto en agua tibia, y con ello se frotará el cuerpo para dexar la piel lisa y suave, sobre la limpieza en que la dexó lo demás. También se hace una buena pasta de almendras tomando tres quarterones de estas, con uno de piñones mondados, un par de yemas frescas de huevo duro, y media libra de buena miel. Con esta pasta desleída en agua se frotará el cuerpo en lugar de aquel polvo; y por último se labarán las carnes, a lo menos la cara y manos que es lo que más se ve, con espuma de javón de Nápoles, meneado entre el agua. Concluido todo conviene entrarse un poco en la cama a enjugar y secar con el calor de ella, y después vestirse como antes. (Descripción de las Artes y Oficios por el redactor J.E Bertrand, tomo 14, pag. 41)”
Diario de Madrid del martes 15 de octubre de 1.793. N. 288.
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Madame Celnart (nacida en Moulins (Allier) en 1.796 y fallecida en París en 1.865), una prolífica escritora cuyos libros se convirtieron en auténticos best sellers y fueron traducidos a diversos idiomas, abordó también el tema de los baños:
“Aconsejo a las que su fortuna o renta se lo permita el bañarse una vez a la semana en todo tiempo, y dos o tres en verano. Deben tomarse los baños algo frescos, y por espacio a lo menos de hora y media, en cuyo tiempo se lavarán, entregándose bien con jabón fino y pastilla de almendras, luego se vaciará el baño, se frotara bien el cuerpo con jabón mojado en agua de benjuí, y se quitará el paño húmedo abrigándose en seguida las espaldas con otro grande y enjuto. Luego la bañada se sienta en una silla poltrona aforrada en ropa, y se friega bien con paños calientes no solo hasta que esté perfectamente enjuta, sino también mientras dure la sensación de frío que es consiguiente a la salida del baño. Con el rubor involuntario que ocasiona el natural pudor no deja que se tomen convenientemente esos saludables cuidados, sin los cuales el baño es menos útil que dañoso, deberá la que se bañe abrigarse bien con un paño, y hasta cerrar, si es necesario, los ojos, mientras dure la operación.
Si se padece algún dolor o debilidad, deberá fregarse la parte en que se sufre con agua de colonia al instante de salir del baño. Se encarga finalmente como una gran precaución higiénica el meterse en la cama al llegar a casa, y fregarse bien con una esponja seca envuelta en un lienzo fino.”
Madama Celnart. Manual para las señoras o el arte del tocador; de modista y pasamanero. Barcelona: Librería M. Saurí y Compañía, 1.830. Reproducción facsímil de Editorial Maxtor, Valladolid, 2.009.
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En el último tercio del siglo XIX, comienzan a proliferar textos y artículos de revistas que abordarán el tema con bastante naturalidad y bajo distintos puntos de vista:
“Nos parecería cometer un delito de lesa humanidad sí no habláramos, tratando de la higiene de la casa, del cuarto de baño, que, en todas la casas sin distinción de clases ni de posiciones, debe existir.
Aun sin necesidad de encomiar las ventajas del baño a diario, a nadie se esconderá que de él no se puede prescindir en multitud de ocasiones formales o patológicas; y como quiera que no en todos los pueblos existen casas de baños dedicadas al servicio público, ni aun en todas las clases podrían verificar la limpieza de su individuo con la pasmosa facilidad con que en la suya propia se haría, de ahí la necesidad de variar nuestras costumbres introduciendo en ellas la reforma de que en todas las casas, aun de las llamadas de alquiler, haya un cuarto dedicado exclusivamente para el baño.
En hora buena que las clases acomodadas tengan pilas de mármol dobles o triples; que dispongan de cañerías bien acondicionadas para que desde el punto más a propósito y desde el fogón venga el agua fría y la caliente mediante los grifos correspondientes; que posean tablas de corcho y hule en el pavimento; que los adornen con espejos, marinas, sillas, perchas, meridiana, mesa de noche, partieres y cortinas; que dispongan de aguas olorosas para embalsamar el aire y dar al baño condiciones aromáticas, porque estas, aun sin necesidad de recomendación de ningún género, practican la limpieza de sus personas, sea de una manera o fuere de otra; pero esto no es suficiente, como se podrá comprender.
Si a esto le agregamos él que con la reforma de que en todas las casas haya un cuarto destinado para el baño, se evitaría a no pocas familias el gasto inherente a salir todos los veranos, nos parece que ya es lo suficiente para recomendarle por sí sola esta medida tan saludable.
Dicho se está que será de una capacidad proporcionada, que tendrá buena luz y fácil ventilación, que el piso y la paredes serán impermeables, que la calorificación será acomodaticia a la estaciones, a los climas y a las necesidades; que la aguas sucias tendrán la salida expedita; que no habrá comunicación con focos insalubles y que, a ser posible, también tendrán entrada asequible y sin grandes gastos las aguas necesarias para el baño.
Además de las pilas fijas, existirá un baño portátil paras casos patológicos en los cuales no sea posible el traslado de los enfermos; con cuya medida se evitará también el tener que andar en préstamos de unas a otras casas, según acontece hoy de ordinario, sin temerle a los contagios que con el más leve descuido se pueden trasmitir.
En donde la posición social no lo permita, claro está que el hablar de mármoles está de más; pero como en cambio se pueden disponer las bañeras de zinc, no hay los obstáculos que a primera vista pudieran suponerse.”
Tomás Valera y Jiménez in Revista de la Sociedad Central de Arquitectos. Madrid, 30 de diciembre de 1.887.
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“Todos los objetos destinados al aseo de la persona no deben estar muy a la vista, como no se trate de un magnífico lavabo y un soberbio baño de pila; y esto no lo decimos por inclinarnos a la ostentación, sino porque no es fácil ocultarlo, puesto que es de lo que se compone el cuarto de baño, pieza que, cuando enseñamos la casa a los amigos, no hay razón de ocultar.
El verdadero lujo, tienen razón los ingleses, está en que abunden el agua fría y la caliente, claridad de noche y de día, y una temperatura agradable.
La red para colocar las esponjas, la jabonera y el toallero ha de hallarse a mano, así como el asiento, claro está. Este que sea bajo, para secarse los pies y calzarse con toda comodidad.
Es conveniente que en ese mismo cuarto haya un armario donde guardar la ropa de baño, los jabones, pasta de almendras, el salvado y todo lo que hace falta fara el caso.
Cuando no se puede tener baño, no debe carecerse del higiénico y cómodo tub; para el aseo es lo mismo.”
Salomé Núñez Topete in la Moda elegante. Madrid, 6 de octubre de 1.892. Año LI, número 37.
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“Lamentémonos, ante todo, de lo poco generalizado que está todavía en nuestro país el uso del baño diario, apenas hay costumbre que no tenga apologistas y detractores: pero en lo que no hay discrepancia, en lo que todos están conformes, lo que nadie se atreve a combatir es la costumbre del baño diario: esta costumbre solo tiene entusiastas y, a juzgar por lo que cada cual dice, prosélitos y conste, para evitar torcidas interpretaciones, que me refiero al baño higiénico, no al baño de limpieza, del cual doy por cierto que ninguna persona que se estime en algo prescinde.
Los arquitectos prestarían un señalado servicio a los vecinos y a la higiene economizan-do algo en esos detalles de puro lujo y estableciendo en cambio los baños, con su correspon-diente desagüe y con sus dos grifos, uno para agua fría, partiendo de la cañería general, y otro para agua caliente, unido al depósito de la cocina, que podría hacerse (el depósito) mayor de lo que se acostumbra.
Por lo que a la temperatura del agua se refiere, los baños se dividen en muy fríos, fríos, frescos, tibios y calientes: se llaman muy fríos los baños cuya temperatura no excede de 12º centígrados; de 12º a 18º, fríos; de 18º a 25º, frescos; de 25º a 30º templados y de 30º en adelante calientes.
En los baños higiénicos conviene observar las siguientes precauciones:
1ª No tomarlos hasta después de hecha la digestión: en los adultos suelen bastar tres o cuatro horas después de cada comida, y en los niños dos o tres: si no se trata de comida sino de un ligero desayuno, la digestión es mucho más breve.
2ª Entrar en el baño con la mayor rapidez posible, sin tanteos ni vacilaciones que sólo sirven para aumentar la desagradable impresión del agua fría: sobre todo mojarse la inmediatamente.la cabeza.
3ª Al salir del baño, cubrirse todo el cuerpo con una sábana o capuchón de esponja, y secarse bien con toalla, empezando por la cabeza; si el frotamiento y el ejercicio necesario para secarse no hubieran determinado una completa reacción, conviene provocar ésta pasando con fuerza un cepillo de fricciones.”
Silvia in La Moda elegante. Madrid, 6 de Mayo de 1.897. Año LVI, número 17.
Es difícil desarrollar este tema tan escatológico sin caer en la vulgaridad. Ghamm habla, no sin razón, de la “Sucia historia de la higiene” definiendo con tan sólo el título el tema que hemos desarrollado.
Me hago esta pregunta: ¿No les están dando ganas de ducharse? pues a mí, sí.
No he pretendido hacer un tratado de higiene pero sí dejar claro que es un anacronismo poner un baño como lo concebimos hoy en día en las casas victorianas de nuestra colección a menos que reproduzcamos un palacio pero siguiendo las pautas que venimos explicando para que se ajuste a la realidad o, mejor aún, documentándonos antes de proceder a su decoración.
SITUACIÓN ACTUAL:
En el mundo que nos ha tocado vivir el cuarto de baño es algo habitual para la mayoría pero desgraciadamente no es así para otras personas que viven bajo el umbral de la pobreza.
El 19 de noviembre de 2.001 se fundó la World Toilet Organization (WTO) (Organización Mundial del Aseo) organización global sin ánimo de lucro comprometida con la mejora de las condiciones de aseo y saneamiento en todo el mundo.
El día 24 de julio de 2.013 la WTO marcó un hito al ser designado este día como “Word toilet day” (Día Mundial del Aseo) con el apoyo de 122 países entre los que está incluida España.
Millones de personas en nuestro mundo hoy en día se enfrentan a la indignidad de defecar al aire libre. La falta de baños limpios y seguros en las escuelas conduce a una mayor deserción escolar entre las niñas una vez que alcanzan la pubertad. Las enfermedades diarreicas – una consecuencia directa de la falta de saneamiento – matan a más niños cada año que el SIDA, la malaria y el sarampión combinados.
Baños limpios y seguros son requisitos previos para la salud, la dignidad, la privacidad y la educación.
El Sulabh Toilet Museum en New Delhi, India, se estableció en 1.992 y se inauguró oficialmente el 19 de marzo de 1.994.
Nos permite contemplar inodoros de los más curioso usados a los largo de la Historia aunque su finalidad va mucho más allá de lo que a primera vista puede interpretarse como esnobismo. Su propósito es denunciar que 700 millones de indios no pueden acceder a sanitarios.
“El doctor Bindeshwar Pathak, fundador de la ONG Organización Internacional Sulabh de Servicios Sociales, que se dedica desde 1970 a instalar aseos tanto domésticos como públicos para mejorar la situación de salubridad de la población de la India nos dice: “Pensé: ya que he trabajado durante
muchos años en este campo, por qué no hacer un museo del retrete, que no está disponible en ningún otro lugar del mundo. Escribí cartas a 101 embajadas de diferentes países situadas en Delhi. De ellas, 61 respondieron muy rápida y positivamente” aclara Pathak (España entre ellas). “Tras los detalles pintorescos del museo subyace otra realidad, la de los 2.500 millones de personas que carecen de sanitarios en el mundo, la mitad en el sur de Asia. “En la India, setecientos millones de personas no tienen todavía acceso a aseos seguros, tienen que ir fuera para defecar. Todas las mujeres lo sufren, ellas deben salir además a defecar antes de la salida o después de la puesta de sol”, denunció Pathak. Según los datos que esgrime la Organización Sulabh, apenas un 33 por ciento de la población india dispone de instalaciones sanitarias, cobertura que se reduce entre la población rural hasta un 22%. Para ellos, hoy por hoy, el retrete es un preciado objeto de museo” in Diario de Mallorca 10 de marzo 2.009.
“The following persons provided support and helped in the collection of Museum Specimens en español = Las siguientes personas proporcionaron apoyo y ayudaron en la recolección de especímenes de museo”:
Spain | Mr. J.T. Albiana Mr. Juan Jose Zaballa |
Link al Museo: https://www.sulabhtoiletmuseum.org/old/pg01.htm.
Véase además Desde Mi boudoir 2 dentro de esta web: https://casademuñecasgarnata.es/vivis-fashion/desde-mi-boudoir-2/
CHINOISERIE O ESTILO CHINESCO
En el siglo II a.C. los griegos ya tenían noticias de una tierra llamada Serika a través de los Partos (Partia era un antiguo país de Asia, situado aproximadamente en lo que actualmente es Irán y el noroeste de Afganistán)
Los viajeros europeos como Guillermo de Rubruck y Marco Polo que escribió “El libro del Millón” y vivió bastante tiempo en la corte de Kublai Kan contribuyeron a despertar el interés por tan misteriosa tierra a través de lo que contaban. Corría el siglo XIII. Posteriormente Juan González de Mendoza escribiría otro libro sobre China en el siglo XVI que tuvo muy buena acogida en Europa contribuyendo a aumentar la fascinación que provocaba aquella lejana tierra.
Las potencias europeas buscan la manera de establecer rutas comerciales para traerse mobiliario, lacas, papeles, porcelanas, etc.
A principio del siglo XIV China comercia con Italia a través de la “Ruta de la Seda” porque Europa ya era conocedora del bello arte chino.
Así surgirán las Compañías de la Indias Orientales durante los siglos XVI y XVII. Se crearon las de Dinamarca, Holanda, Inglaterra, Suecia, Bélgica, España y Portugal.
Manila “La perla de Oriente” fue incorporada a España por el conquistador Miguel Gómez de Legazpi en 1.571 y no fue ajena a este comercio porque fue el destino del famoso Galeón y de allí se traían preciadas mercancías siendo Acapulco el puerto elegido para que atracara la nave. China, España y México estuvieron enlazados largo tiempo por este fructífero comercio.
Se hundieron bastantes galeones porque se sobrepasaba la capacidad de carga con el fin de traer más mercancías y conseguir más dinero con su venta. Otras embarcaciones fueron víctimas de la piratería porque sus mercaderías resultaban muy apetecibles. Oriente prefirió siempre oro y plata a cambio de sus objetos.
No es extraño que los artículos que procedían de China se pusieran de moda y este fue el origen de la “chinoiserie” que quedó de manifiesto en la arquitectura, decoración, pabellones, muebles, moda etc. Fue en Inglaterra donde tuvo una mayor repercusión.
Véase “La Chinoiserie o estilo chinesco: antecedentes de la globalización del Arte Chino” de María Teresa González Linaje, Universidad Veracruzana México.
Aunque decayó en el siglo XIX actualmente estamos asistiendo a un revival de este estilo pues, como es bien sabido, la moda es cíclica.
Filipinas se independizó 1898.
JAPONISMO
En la segunda mitad del siglo XIX tiene lugar un auge del coleccionismo asiático hasta el periodo de entreguerras (ya no sólo en las distintas Cortes sino entre la burguesía). Las Exposiciones Internacionales como la de Londres en 1.862 o la de París en 1.867 jugarán un papel fundamental. Hablamos del “japonismo” en el Arte (Manet, Monet, Degas, Gaugin, Picasso, Miró, Renoir, Toulouse Lautrec entre otros) y en la Ópera (Madama Butterfly de Giacomo Puccini) pero además en el diseño gráfico, moda (sedas bordadas, tejidos estampados, quimonos), joyería, mobiliario y decoración.
“En cuanto a la moda la estética de la estampa japonesa, que invade Occidente y que despierta una fiebre coleccionista, se deja sentir en los trajes. El importante comercio a través de Holanda y las Exposiciones Universales fueron los responsables de su rápida aceptación. Esta influencia de largo alcance estará presente hasta los años treinta.
Las composiciones de carácter asimétrico y el efecto plano de los motivos proceden directamente del Imperio del Sol. Se presentan como una novedad frente al gusto occidental volcado en los efectos tridimensionales.
El término kimono se empieza a utilizar a partir de 1.873 para distinguir un traje de interior que tuvo una gran aceptación dado su comodidad y confort. A partir de 1.908, el corte japonés fue de los más repetidos, sobre todo, para las batas y trajes de interior «al ser uno de los atavíos más sencillos y resultar muy elegante llevado por una señora alta y delgada». También su hechura se destinó para la confección de abrigos y salidas de noche”. Pasalodos Salgado, Mercedes: Semblanzas de la moda a lo largo de un siglo, [ponencia en la exposición] La Moda en el siglo XIX: del 25 de octubre de 2.007 al 8 de enero de 2.008. Sevilla: Consejería de Cultura.
“Demos la bienvenida á la sombrilla japonesa, que acaba de desembarcar del país de los abanicos y de los parasoles.
No bastándonos sus telas ricas y sedas, nos hemos japonizado por completo, adoptando la sombrilla plana y de múltiples ballenas, tan de moda en el reino del Mikado. Además de su forma plana y de la cantidad considerable de paños—diez y ocho ó veinte—la sombrilla Yeddo tiene la particularidad de estar forrada de tal suerte, que el forro se halla adherido á la tela, y la armazón queda á descubierto, haciéndose, por lo tanto, esta armazón lo más elegante posible.
La mayor parte son de acero dorado y producen un efecto delicioso. El mango es corto y grueso. Suele ponerse un ramo de flores en la argolla que sirve para cerrar la sombrilla. Otras veces, sobre uno de los paños, y por la parte de dentro va pintada una japonesa abanicándose“.
Vizcondesa de Castelfido in La moda elegante: periódico de señoras y señoritas. Madrid, 1.880. Año XXXIX, nº 18.
Veamos otro testimonio de la época de la misma autora:
“Se habla mucho estos días de los vestidos japoneses. He aquí su descripción:
Vestido Yedo: Falda de crespón azul de China, enteramente plegada. Túnica ó sobrefalda de crespón bordado ó estampado, con dibujos japoneses sujeta en el costado con un cinturón de crespón liso. Corpiño de la misma tela, plegado y prendido con alfileres largos del Japón.
Traje Niphon (no es posible inventar nada más asiático): Vestido de crespón y lienzo, fondo color de rosa de té, salpicado de flores y arabescos. Los delanteros de la túnica, que es de forma japonesa, se abren sobre dos tableados, escalonados y formando abanicos. Este traje, que sólo se lleva para recibir, va completado de una cola bastante larga. El corpiño viene á ser una blusa japonesa, con mangas largas guarnecidas de encaje. Chorreras guarnecidas del mismo modo en la abertura del corpiño. Un cinturón oriental sujeta los pliegues en la cintura“.
Vizcondesa de Castelfido in La moda elegante, Madrid, 1.884. Año XLIII, nº 27.
No sabemos quien fue realmente la Vizcondesa de Castelfido. Lo cierto es que escribía maravillosamente. Mandaba sus crónicas desde París y no solamente abordaba la moda. Sus escritos sobre mobiliario y decoración no tienen desperdicio.
Mariano Fortuny que vivió un tiempo en París fue un gran coleccionista de arte japonés e integró a su obra personajes con quimonos y elementos florales que impregnaban las escena de colorido incorporándose a esta tendencia con sobrada soltura técnica.
La Exposición Universal de 1.888 celebrada en Barcelona supuso la presentación oficial de Japón en España a pesar de que la primera tienda en España dedicada al arte del Japón ya existía previamente. Se llamaba “La Japonesa” y estaba en la calle Cádiz 16, de Madrid.
“La fiebre del japonismo que arrasó Europa a finales del siglo XIX se cebó con especial virulencia en España y, sobre todo, en Barcelona, ciudad que llegó a contar con dos museos dedicados al arte japonés y varias tiendas especializadas cerca de la calle Ferrán y el Portal de l’Àngel adonde acudían a comprar gentes como Rusiñol o Anglada Camarasa” in La Vanguardia (14-06-2.013).
La muestra “Japonismo, la fascinación por el arte japonés” de CaixaForum, obra social
de la Caixa es la primera que se ha organizado en España sobre esta temática. Se celebró en Barcelona del 14 de junio al 15 de septiembre de 2.013 y después pasó a Madrid del 17 de octubre de 2.013 al 16 de febrero de 2.014.
En la muestra “Bijin, el japonismo de Romero de Torres” que ha tenido lugar en el Museo de Bellas Artes de Córdoba y que forma parte de las actividades del Año Dual España – Japón 2.013 -2.014 se ha exhibido un cuadro del pintor cuyo tema es una geisha acompañada de su asistenta vestidas con quimonos muy llamativos dentro “de una orla floral de estilo modernista, con flores de loto y crisantemos que dan muestra de cómo los elementos vegetales eran muy abundantes en el arte japonés.”
El lienzo está datado en 1.900 y viene a demostrar que el aquel entonces jovencísimo Romero de Torres estaba muy al tanto de los gustos de la época y que, como otros colegas, se dejó influenciar por la misma moda. Se sabe que se le había encargado decorar un antiguo casino militar de Córdoba a la manera japonesa.
Bijin significa mujeres hermosas.
El lienzo no se había mostrado nunca y es propiedad de un coleccionista privado que lo ha cedido para la ocasión in Diario de Córdoba (06/11/2.013) y El Mundo (09/11/2013).
La muestra se abrió el 5 de noviembre de 2.013 y se cerró el 4 de abril de 2.014 si bien estaba previsto que se clausurara antes.
Habría, tal vez, que rectificar la copla:
“Julio Romero de Torres, pintó a la mujer morena, con los ojos de misterio y el alma llena de pena” y añadir: “Julio Romero de Torres, pintó a la mujer nipona, con los ojos de misterio y el alma llena de pena”.
Vestido 1: tela blanca de quimono de raso de seda labrado tipo shibory; bordado en hilo metálico con motivos de glicinas, crisantemos, peonías y abanicos chinos; botones forrados con motivo japonés en el cuerpo (solo el cuerpo y la sobrefalda sobreviven).
Vestido 2: sarga de lana gris; vestido de dos piezas; terciopelo con motivos de ayame (iris japonés); adorno de hojas y tallos de satén en los hombros, manga y bajos de la falda; chiffon de seda en el escote; raso de seda en el bajo; hebilla de esmalte con motivo de ayame in Moda: una historia desde el siglo XVIII al siglo XX /Akiko Fukai et al., 2 vols. Colonia [etc.], Taschen, 2.005.
Ilustraciones de revistas decimonónicas, con licencia Creative Commons :
“Fantasía japonesa: abrigo de raso azul pálido, con grandes flamencos bordados de blanco y rosa, abierto en punta por delante; escote adornado de una puntilla blanca fruncida y de cintas color de rosa y amarillo. Ancho cinturón drapeado y atado detrás de tafetán color de rosa. Grandes mangas de muselina de seda blanca, con estrellas bordadas de seda azul. Este abrigo se pone sobre una falda de raso rayado blanco y amarillo. Guarnecen los cabellos grandes alfileres de oro y grupitos de plumitas rosas y azules. Collar de perlas rosa.”
El Salón de la moda. 1.885.
Retrato de la actriz Chiao Hushabro Nishihama. Prospecto anunciador.