He procurado crear un ambiente concurrido, bullicioso y alegre. Evidentemente el columpio es una pieza clave pero no es la única.
Música: Hoy fue mejor que ayer del Lp Safo en Plutón, 2011. Artista: IRASSEMA
Segunda edición del Imaginary Victoria Park:
Como pueden ver, aparecen dos vídeos. El primero de ellos nos ofrece el estado del parque en sus orígenes y el segundo presenta el momento actual. Como en la vida misma, permanecen los espacios (no siempre, claro está) pero las personas van cambiando. Es decir, los personajes mutan o mutamos, mejor.
Centro:
Esencialmente la distribución es la misma. El columpio de Margarita Núñez continúa siendo el eje central pero he ido incorporando nuevos personajes. Cada uno de ellos ha sido estudiado documentalmente para lograr una mayor verosimilitud en el ambiente. Al fondo aparece una señora sentada en un banco al lado de su bebé que duerme plácidamente en su carrito. Esta dama es obra de Carmen Ruiz, como la mayoría de los personajes que vemos aquí, de manera que cuando no sean de ella especificaré quien es su autor o autora, si le conozco. La verdad es que Carmen se ha superado a sí misma, lo que ya nos parecía imposible. El banco es una réplica de los que figuran en los catálogos de la época de Mott Iron Works. Dos niños contemplan la escena: la nena es de Pedro Trigos y el jovencito de Erna Meyer. Al fondo una meretriz preciosa. Ya las fuentes nos dicen que los vestidos de las prostitutas no se diferenciaban apenas de los que lucían las damas pues la moral del tiempo, la doble moral mejor dicho, que se caracterizaba por su rigidez, no permitía excesos de ningún tipo en público. Las “locuras eróticas” se realizaban puertas adentro para no escandalizar. En primer término un niño vendedor de periódicos voceando un periódico de modas de la época.
Parte izquierda:
Al fondo dos señoras observan los géneros de una vendedora ambulante. La cesta de géneros es extraordinaria por la meticulosidad con que ha sido creada. La vendedora lleva incluso su licencia oficial de mercader itinerante. Sé que la hizo una señora inglesa afincada en España; las otras son artesanales pero anónimas. Un cantante situado delante de un “barrel organ” entona sus melodías (los organillos están explicados independientemente). Delante de él una señora mayor vende palomitas y caramelos mientras una niña está comprando tan golosa mercancía. La nena va vestida con un modelo inspirado en los dibujos de Kate Greenaway (véase la moda infantil en el siglo XIX de esta web). Un poco más adelante aparece un organillero y una dama cargada con una caja para vestidos de las que existían a tal fin en aquellos tiempos. Así lo testimonian las escenas de calle parisinas de Jean Béraud (pintor francés nacido en San Petersburgo, Rusia, el 12 de enero de 1.849 y fallecido en Paris el 4 de octubre de 1.935). A propósito de esta caja quiero dar un emotivo adiós a su autora, Montserrat Folch, prematuramente fallecida. No te olvidaremos, amiga. Yo sé bien el interés que te tomaste. A su lado una viejecita da pan a las palomas: es una pieza magistral de Carmen que se inspiró en la que aparece en la película Mary Poppins. A su lado un bobby inglés obra de Nantasy Fantasy. En primer término Sherlock Holmes y el doctor Watson. El detective es obra también de Nancy Quinby (Nantasy Fantasy) y el doctor de Herminia, de Carolina Artesanas. En la primera fase el investigador que aparecía era también de Herminia pero ahora está en el despacho de la Mansión Tristana.
Lateral derecho:
Cuenta con tres personajes: el frutero de Ellen Poitras, el repartidor de Carmen Ruiz y la florista, esta última anónima. El atuendo del repartidor está también inspirado en un personaje del pintor Jean Béraud, en concreto en el que aparece hacia el centroderecha de su obra “Le Boulevard des capucines” y que aquí va empujando un carrito de manufactura Nantasy Fantasy, repleto de encargos para entregar que van metidos en cajas (inspiradas también en las originales) y realizadas en su mayoría por Lorraine Scuderi. Al detalle se puede observar que el caballero lleva en su abrigo el membrete de la tienda. Sin duda, Carmen, Nancy y Lorraine forman un magnífico tándem anhelado por cualquier coleccionista que se precie.
Hablemos de las sombrereras:
Se hacían de cartón y se forraban después de papel y tela, de madera muy fina o de piel, en concreto cuero, y al principio iban incluidas dentro en los artículos de viaje, según se desprende de la sección de publicidad de los periódicos y revistas de la prensa decimonónica. Las había de señoras, caballeros y niños.
Hacia finales de siglo y comienzos del s. XX, las sombrereras pusieron su atención en ellas de manera que la calles principales de las grandes urbes se vieron pobladas, además de los transeúntes y medios de trasporte, por recaderos jóvenes de ambos sexos que llenaron las calles de colorido y que hacían sus trayectos a pie o en bicicleta. El pintor francés Jean Béraud, ya mencionado, dejó reflejado en sus obras el bullicio de las calles de Paris en las horas de comercio. Como ya dijimos, la pintura es una magnífica fuente para el estudio de la moda y por eso no se debe olvidar tampoco a Paul César Helleu (1.859 – 1 .927), pintor galo también, muy a tener en cuenta al estudiar la Belle Époque por la información que proporciona a través de sus pinceles. Los sombreros que aparecen en sus obras son especialmente detallados y fieles a la realidad del momento. Retrató a las mujeres más importantes de la época como la duquesa de Marlborough, la Condesa Greffulhe o la Marquesa Casati.
Las sombrereras les dedicaron toda su atención elaborándolas con todo lujo de detalles de manera que la clienta adquiría las cajas de sombreros sin fijarse en su elevado coste, pensando solamente en que así los conservaría mejor.
Para la prensa no pasó inadvertido el volumen de los sombreros ni la magnitud de las sombrereras:
“En París, en uno de los establecimientos más elegantes de artículos para viaje, se exhibe una enorme caja redonda con el siguiente rótulo:
Caja de neumáticos o para sombreros de señora.
La gente se ríe de la ocurrencia pero se queda dudando de si el comerciante ha querido hacer un epigrama o si realmente construye para los sombreros de señoras cajas como las que se vienen usando para los neumáticos de automóviles, pero mucho más altas.
De que, lejos de disminuir en proporciones, esa prenda femenina va creciendo cada vez más, da prueba la adjunta fotografía que reproducimos de la de “La Vie Ilustrée”
Lo cierto es que las cajas que hace dos años eran suficientes para tres sombreros apenas bastan ahora para uno, y que las señoras elegantes viajan ahora con sombrereras del tamaño de grandes baúles mundos.”
Alrededor del mundo. 28-10-1.908.
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Y sí, debieron ser sombreros de grandes proporciones como de desprende del siguiente artículo, que reproduzco en parte por su amplitud y cuya lectura recomiendo, de la Vizcondesa de Castelfido, siempre muy acertada en los escritos que nos legó:
“Jamás hubo sombreros tan grandes. Parece que se ha formado una cruzada contra la liga de los sombreros pequeños.
¿Habrá que dar la razón a los que ven en ello una prueba del espíritu de contradicción femenino? En los teatros de París se prohiben los grandes sombreros, y hasta se ha dictado una orden de expulsión de las rebeldes. «Sea, hemos dicho; ya tomaremos la revancha en otros sitios.» Y así lo hacemos, a pesar de que, hay que confesarlo, somos las primeras víctimas de nuestra exageración. Entrar en un carruaje, y hasta en un tranvía, es difícil: las portezuelas son estrechas; ya dentro, los sombreros se tocan, sus alas chocan unas con otras, sus plumas se enredan y despeinan mutuamente; no hay manera de acomodarse. En cambio, su altura no estorba, porque desde hace tres meses los sombreros son aplastados como galletas, lo cual ha sido una transformación súbita y radical de las que se ven pocas veces. Ciertamente, hay excepciones; se ven algunas copas altas y algunos penachos; pero están en minoría y llaman la atención.
¿Durará esta moda de los sombreros grandes?
Es dudoso, porque han llegado a dimensiones incómodas, han sido adoptados muy de pronto y por muchas personas de muy diversas esferas sociales, y cuando lleguen los temporales del invierno ni habrá manera de arbitrarlos del agua ni de retenerlos al hacer presa en ellos el viento, a pesar de los grandes velos que los sujetan.”
Vizcondesa de Castelfido in La Moda elegante. Madrid, 1.908. Año LXVII, número 40.
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“Las cajas que emplean para conservar los sombreros resultan de muy buen efecto; las cubren de papel fantasía satinado, moirée o bien de esos papeles especiales jaspeados de diferentes colores, estilo Luis XV. A proporción, no cuestan mucho más que las cajas que se cubren de un papel liso y de colores ordinarios. A más, añaden ahora a las cajas unos saquitos o carpetes, que comunican una deliciosa fragancia a las flores y a los velos“
El Hogar y la moda. 1.909. Número 18.
Parte frontal derecha:
La bellísima florista, la emperifollada dama, el heladero y el vagabundo del organillo son obra de Carmen y el hombre-anuncio y la viejecita sentada son de Pedrete.
Por último y en las alturas Mary Poppins y el deshollinador Bert son de Herminia (Carolina Artesanas) y los niños que acompañan a Mary, inspirados en los del film, Jane y Michael Banks, son también de Carmen.
Los organillos:
Dudaba si procedía o no poner organillos y para eso nada mejor que efectuar las búsquedas documentales pertinentes.
Estaba convencida de que el organillo era un invento español y me equivoqué.
Su origen, según las fuentes consultadas, fluctúa pero mayoritariamente se le ubica en Inglaterra a comienzos del siglo XIX por tanto en España le importamos. Cómo curiosidad diré que el “chotis” – tan vinculado al organillo – deriva de una polka alemana “schottisch” que iría evolucionando hasta convertirse en “chotis”. Se bailó por primera vez en 1.850 en una fiesta celebrada en el Palacio Real por la reina Isabel II.
Desde Inglaterra se extendió a Europa y América Latina confiriéndole cada país su propio estilo.
Llegó a España de la mano de Luis Apruzzese, músico y artesano italiano que había emigrado a nuestro país junto a su padre Gerardo. Se establecieron en Salamanca pero el Maestro Tomás Bretón les animó a instalarse en Madrid como constructores de organillos. No desoyeron su consejo y así fue como abrieron su fábrica en Costanilla de Andrés nº 4 del barrio de la Latina en 1.890. Tras casarse se separó de su hermano Gerardo y se estableció en la Carrera de San Francisco nº 9, esquina con la calle de Las Aguas.
Remito al lector al interesante artículo “El organillo se extingue” publicado en “El País” el 12 de mayo de 2.008.
El único político español que se interesó por los organillos fue Tierno Galván mientras que en otros países tienen museos de estos instrumentos y los exhiben como joyas. “Spain is different”, lo debemos llevar en los genes.
Son de singular belleza los holandeses aunque resulten un tanto barrocos. Llevan muñecos autómatas incorporados que se mueven al son de la música. Algunos son muy voluminosos, tal vez demasiado, y se desafinan fácilmente porque les han ido incorporando cada vez más instrumentos. Aún hoy se celebran festivales de organillos de una belleza y colorido espectacular. Este instrumento no requiere necesariamente que quien lo maneje sea músico. Solamente es necesario tener buen oído y un aceptable sentido del ritmo. Hay dos órganos mecánicos de este tipo puestos en Victoria Park. Uno de ellos permite oír un vals precioso: “Tulpen aus Ámsterdam”
El barrel organ:
Me enamoré de este instrumento nada más verlo.
Para su explicación de este instrumento voy a reproducir el e-mail que me mandó D. Aaron García Ruíz:
“La miniatura que veo en la foto no se denomina habitualmente “organillo” (este instrumento no tiene tubos sino cuerdas) ni “zanfona“, en español el término es complicado (no está estandarizado) y el que más se acerca es “organito” u “órgano mecánico“, sin embargo en inglés el término es mucho más claro: “barrel organ“.
Este es su curriculum: Licenciado en Musicología por la Universidad de Granada. Estudios de doctorado en Organología y Doctorando en instrumentos musicales y, además, profesor en la Universidad, coleccionista de instrumentos musicales y luthier muy reconocido ¡Cualquier cosa! Yo no podría describirlo como lo ha hecho él ni en sueños. Mil gracias, profesor.
La verdad es que la conjunción del barrel organ con el muñeco de Carmen Ruiz se me antoja muy conseguida.
Primera edición del Imaginary Victoria Park:
Cómo decía antes tenía la idea en embrión y he disfrutado mucho llevándola a cabo pero me ha llevado su tiempo. Me habría venido muy bien disponer de más espacio pero eso es inviable. He realizado mil cambios para que todo quedara visible y no ha quedado mal, creo. Por supuesto todo es susceptible de mejorar y aunque este Parque supone mi retirada del mundo de las miniaturas no cierro la puerta a futuribles cambios sin grandes pretensiones.
Le he añadido dos bicicletas de la época una de niño y la otra de adulto, una pequeña fuente, niños que miran atentamente hacia el columpio, otro niño que lleva un carrito con periódicos para vender (al detalle se puede leer la noticia de portada que es el hundimiento del Titanic y esto es un pequeño anacronismo porque ocurrió en 1.912 y la Época Victoriana finalizó en 1.901) y un organillero con su mono que extiende la mano para recibir algún penique.
No podía faltar un “bobby”, una florista, un vendedor de manzanas, una encantadora viejecita vendiendo quincalla a dos encopetadas damas, un carrito de helados que lleva un heladero muy bien vestido y una preciosa niña con uno en la mano, otra viejecita dando migas de pan a las palomas, gente paseando, fuentes, una boca de riego, un perrito haciendo “pis” en una farola… En primer plano un jardincillo con un precioso reloj de sol. ¿Qué harán Sherlock Holmes y el doctor Watson ahí? Seguro que buscando pistas para un caso que parece irresoluble pero que sin duda resolverán. Si levantamos la vista hacia las alturas de Vivi’s Fashion vemos que Mary Poppins “practically perfect in every way” y Bert, el deshollinador, están observando atentamente.